1.. 1

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A Melina

Quisiera ser el sereno para humedecer la camiseta blanca que traes puesta con mis múltiples besos.

Ser el cierzo que llega del norte a rozar suavemente tus mejillas con la yema de mis dedos sin necesidad de congelarlas.

Ser por esta noche la blanca luna que se posa brillante en lo más alto de la atmósfera para iluminar el sendero pedregoso que te lleva a casa.

Ser la sedosa cobija con la que cubres tu cuerpo joven para resguardarte del frío buscando calentar tus pies.

Ser el lugar apacible a donde quisieras ir a descansar y olvidar lo más turbante de tu cotidianidad.

Ser el viento que te refresca de arriba a abajo el bochorno en el estío.

Ser el espejo para verte cada vez que te ves al maquillarte.

Ser todo lo que esperas probar, lo que extrañas, lo que permanece siempre en ti, lo que te hace falta.

Solo serlo nada más.

2.. El sueño I

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El sueño, en la noche, en el día, en la tarde,
extasiado con las horas, los minutos, segundos, en la soledad,
divaga como nube en el cielo,
crea una forma algodonada casi inmóvil;
pasa, se deforma.

Qué sentido da
el sueño, presagio mal entendido,
escena de cobardes y héroes, lejos de la luna,
o el sol.

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El sueño II

El sueño, en el día, en la tarde, en la noche,
del niño del semáforo,
del puente, del bus, del inocente explotado,
ignorado por la plebe inhumana con vista al frente,
vista callada, malhumorada, egoísta,
caridad egoísta cristiana, católica, evangelista…

Qué se escucha del sueño del niño débil y hambriento
en el día, en la tarde, en la noche,
refugiado en cloacas por la plebe inhumana,
si no volvemos la vista
a sus tristes ojos tímidos que pregonan súbitamente
lo que otros llaman Libertad.

3.. Caminante

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Caminante, no camines si sabes a dónde vas a llegar.
Eres caminante, y caminar es por siempre tu destino,
así es que dedícate simplemente a caminar sin preocupaciones
sobre el asfalto o la tierra blanda,
sobre las piedras o los cadáveres que dejó la guerra,
sobre la verde hierba o el desierto,
sobre la fría nieve, las flores en la primavera, las hojas en otoño
o la arena de la playa bajo el sol en el verano
dejando huellas que pronto borrarán las olas del mar, y el tiempo,
para que nadie se entere que pasaste por aquellos lugares caminando
sin un rumbo fijo.

Caminante, no dejes caminos al andar, si lo haces, procura
no mencionar los caminos o los lugares exactos que pisaste,
deja que los demás caminantes aventuren sus propios pasos
sin necesidad que los lleves de las manos.

Caminante, camina, y no dejes de caminar.

4.. A esta hora

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A Arnubio Roldán Echeverri

“La ausencia es necesidad”.

Una joven extraña su castidad robada,
y truena en llanto adueñándose del silencio
Un fraile reza un milagro que no se cumple
Hay un miembro más en el Opus Dei
Otro miembro es amputado
Ella recuerda el beso francés,
y cómo la mano acarició su espalda baja en el abrazo
El lápiz dibuja sueños sobre el papel
Un minuto más es vendido,
y nuestro tiempo se acaba
En Colombia una madre engendra un hijo –feto en su vientre-
En Thailandia una madre se come a su hijo –feto entre sus dientes-
Un humorista abandona y ejerce la política
Nace una estrella con hambre de universo
Los polos se siguen derritiendo
Descansa otra madre que encontró a su hijo flotando en las aguas cafés del Atrato…

A esta hora,
ya no hay tiempo para describir todo lo que pasa en el viejo mundo,
lo que hacemos es aprehender lo que nos hace falta.

5.. A ti, uniformidad de elementos

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Ese viento distraído
acarició tu cabello sin prisa alguna,
se refugió en tus ojos levemente
dotándolos de brillo y claridad,
cantó melodías urbanas a tus oídos
incitándote a cantar otras primaveras
acompañada de sus ecos sinfónicos del norte,
besó tus húmedos y frondosos
labios fresales
despidiéndose de ti.

Y digo que además
subió a las montañas
y desde los picos más altos
descendió a las praderas,
surcó las llanuras,
bebió de las aguas cristalinas,
y se deslizó
por cada una de las raíces
del tronco del árbol que da la vida.

Ese viento distraído
trae consigo la delicadeza de tu aroma
y lo ha impregnado en todo lo que ha tocado.

En cada abrir de los pétalos
de las flores –en su polen-,
en cada batir de las alas
de las aves danzantes,
las cortejadoras,
en cada encuentro
con una persona diferente…
recuerdo la educada belleza que posees.

6.. Atracción de luna

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ofrezco subir a la luna de lobos hambrientos
acechadores de presas inquietas
sus pasos se hunden al caminar sobre la nieve blanca
pronta a ser la alfombra roja
celebridad animal
por la sangre derramada en la feroz lucha de supervivencia
salvaje
encuentro nocturno
al coyote cantar notas agudas en versos repetidos
cuello erguido y posaderas a tierra
fija su vista al cabalgar sobre el lomo del unicornio azul
social de protesta
hasta los cráteres lunares sedientos de lava
furia
torbellinos de fuego
rocas abrasadas
carbonadas
diamantes en bruto
y sólo ofrezco
subir a la luna de lobos hambrientos
coyotes cantores
al cabalgar sobre el lomo del unicornio azul
hasta los cráteres lunares
descender a montañas de diamantes en bruto
deseos ocultos
manos de seda
atraídas
acarician la piel selecta
bañada con la luz de la luna de lobos hambrientos
y coyotes cantores del desierto

7.. Lo que no soy

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Soy el ruido
que no molesta tu silencio oscuro;
la voz callada que vocifera
en tu interior
obedeciendo órdenes del anochecer;
estimulo con mis cantos
la paz del soldado
que hace frente
a la inmortal guerra celestial.

Soy la luz blanca al final del túnel;
la luz virgen del ángel de tu guarda
que ilumina a los nocturnos
cegando intenciones
que decides celebrar.

Soy el sol del desierto
que muestra en tu sed
el agua del oasis
que ves como espejismo.

Soy el espejo
que ve tu desnudez vergonzosa.

Soy tu reflejo
en mis ojos tímidos.

8.. Ausencia

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A Berenice Pineda

La balsa
en medio del océano
y el náufrago en casa.


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Ausencia exterior

El mendigo
en la esquina
por un golpe de hambre
brama, y brama el viento
deshojando los árboles.

El grito
de quien llaman loco
y escribió el poema que lees;

el poeta que muere
con su poesía;
oí vanidad.

9.. Ámame como te amas

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Mírame gota de éxtasis, prodigio del deseo,
ornato en el firmamento, al callar tu vista ferina,
blanco pecado, e inhala el aire libídine de la alcoba,
recorre tu piel clandestina con pétalos de amapola,
permite su pigmento fructuoso teñir tus poros
para dar color vívido a la excitación.

Espósate bajo el claro de la luna plateada,
goza penetrar en las vicisitudes de la pasión
como gozas lamer el pezón de tu seno.
Suspira, y hazlo de nuevo.

Saliva tus dedos.
Toca el recuerdo.
Duerme,
y ámame como te amas.


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Amaneces abrazada al primer rayo de luz del sol
como abrazas tu cuerpo desnudo frente al espejo
después de humedecer tu sexo al bañarte.

10.. Bebamos una copa de vino seco al tiempo que embriaguemos la inconsciencia en este encuentro bisiesto anacoreta

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Te invito a una copa de vino seco
en este encuentro bisiesto anacoreta.
Acompáñame esta vez con un trago,
y levantemos nuestras copas
llenas de vino seco y brindemos
para embriagar la inconsciencia,
para hacer divas y diuturnas las caricias
a nuestro órgano de vida pasional
al compás con el canto coral
de las sirenas del bosque.

Bebe de mi cáliz clandestino
la savia que emana del árbol sagrado;
árbol nocturno, árbol enhiesto;
cata la enzima desde el envés del tronco,
succiona la yema del vino
con tu lengua húmeda,
y embriaga tu inconsciencia.

Despójate de la saya
que yo apartaré de mi la vestidura talar.
Permite que desajuste tu cuerpo
si retiro el corsé que moldea tu figura.

Bebamos para embriagar la inconsciencia
para que no aturda nuestro encuentro,
para hacer diva y diuturna esta noche
semidesnuda.

Dejemos obrar nuestra imaginación
después de la última copa de vino seco
en este encuentro bisiesto anacoreta
al tiempo que embriaguemos
la inconsciencia.

11.. A una bellanita

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Alegre bellanita nocturna,
tu rostro bajo la amarillenta luna
expele un sinsabor sombrío
admirado por mi corazón herido.

Tu esbelto cuerpo se contonea,
y al dirigirte de una mesa a otra mesa
alcanzo a observar tus ojos claros
disiparse entre el humo de los cigarros.

En tus manos llevas botellas
de cerveza Pilsen y Costeña,
y en pocillos, café de la Bastilla.

Y la música suena y suena y en silencio
tu alegre rostro no dejo de admirar,
bellanita nocturna, mesera del bar.

12.. Actos bajo la fuerte lluvia

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A Daniel Día

basta con volver la vista a la custodia mansión de los bienaventurados ante un día lluvioso para bañar de gozo lo intocable con cada gota de agua que empieza en el rostro acaricia sutilmente la longevidad de un cuerpo joven oíble en alerta entona ávido a la vez una melodía desnuda al compás con la brisa que mece la cuna vuelve y arrulla con su suave fresco canto celestial la furia del trueno que aplaude eufórico tan bella sinfonía en el primer dilúculo de cada mes donde el relámpago abre sus ojos parpadeantes desde lo más alto de la troposfera iluminando la tercera tonada nunca antes vista ni oída por un juglar antioqueño que camina con la frente enhiesta sobre el légamo yaciente que rodea de principio a fin el solemne robledo augura extraña inhumación a una verdad alejada de sentimientos quiméricos desplegados para luchar contra la tormenta y huir del diluvio ardiente de la lava volcánica pronta a alcanzar al bohemio errante perdido en el vendaval presenciado por girasoles destruidos inconscientemente por los actos bajo la fuerte lluvia que hace desear cuan lejos puede ir el barco de papel que hizo el padre para el hijo al ponerlo en el arroyo

13.. Ofensiva Burgués

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A través del lente oscuro de mis ojos
sentencio un desagüe de agua salada
llegar al fondo de la alcantarilla
acompañada de cuan basura arroja

ociosa Burgués –fundamento tirano-;
peculiar actitud subyuga al esclavo
que atado con grilletes en pies y manos
sirve sin descanso a su cobarde ama.

En retrato hablado, Burgués ofensiva,
te dibujo expulsando odiosa al cautivo
que la justicia de ti lo ha liberado.

Dictaminas, socia capitalista,
albergue inmundo a tu fiel tiranía;
sofocas al pobre lo que merece.

14.. Naturaleza encantada

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Las dos montañas
que de niño
no recuerdo haber visto,
que de niño
sin disfrute probé,
en tu naturaleza encantada
no consigo admirarlas
con claridad,
si de frente
o de lado
estoy.


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En tu bosque encantado

Olvido el bosque encantado
que anduve un par de veces
donde no canté
con los enanos a Blancanieves
–no lo he vuelto a correr-.

Olvido la savia
que extraje del árbol
del bosque encantado
donde no se posó el búho,
ni el cuervo, ni el papagayo
–no la he vuelto a beber-.

Olvido la fruta
que encontré en el camino
del bosque encantado
sin abismo
–no la he vuelto a comer-.